Bernardo Neri Farina (farina@tvparaguaya.com)
Les quiero contar una historia. A la tardecita del 8 de mayo de 1962, mi
papá y yo emprendimos la caminata desde nuestra casa en Sajonia hasta el
estadio Comuneros.
Esa noche jugaban la final del campeonato sudamericano de básquetbol femenino,
Paraguay y Brasil. Parecía que toda Asunción había convergido ahí. Era el
partido de los partidos. En el primer tiempo, las brasileñas llevaban una
ventaja de 30 a 22 y en un momento la diferencia fue de 14 puntos (43 a 29).
Más con garra que con buen juego, y con el aliento fantástico del público,
Paraguay fue descontando. Faltando 4 segundos para el final, la victoria
brasileña era de 52 a 51. Entonces apareció Mami –así la llamaban a la
inigualable Edith Nunes– con el doble más gritado y más importante de la
historia basquetbolística paraguaya. Ganó Paraguay por 53 a 52, logrando su
segundo campeonato sudamericano. Edith pasó a ser leyenda.
No recuerdo una algarabía como aquella. Quizá porque los recuerdos de la niñez
son más densos (yo tenía 11 años de edad). Como pocas veces, Asunción fue una
fiesta.
El diario La Tribuna decía el 9 de mayo de 1962: “Edith, Edith, Edith, fue el
grito que bramaban las 20 mil personas delirantes de júbilo en la gran noche
del Comuneros. Y la gran Mami estaba ahí, en medio de tanta algazara,
emocionada. Edith, Edith, Edith. Su nombre llenó el ámbito. Era la síntesis de
un gran triunfo para Mami. Una noche de gloria en su querida Asunción. Ante su
público. Se cristalizaba así el homenaje a la superdotada del básquetbol.
Edith, Edith, Edith”.
Edith Nunes fue la más extraordinaria deportista paraguaya de todos los
tiempos. Un fenómeno. Campeona sudamericana en 1962, goleadora en dos mundiales
y en cuatro sudamericanos, nació en Asunción el 18 de febrero de 1940.
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